Caracterizadas por suelos arenosos con largos periodos de sequía, estas zonas pueden llegar a ser muy extensas. Los aisladores se ven afectados principalmente por la contaminación transmitida por el viento y se enfrentan a retos únicos. La limpieza natural puede producirse durante periodos frecuentes de lluvia o por "ráfagas de arena" en condiciones de viento fuerte. Las precipitaciones poco frecuentes, combinadas con las sales de disolución lenta de este tipo de contaminación, hacen que la limpieza natural sea menos eficaz.
La humectación crítica, que supone un riesgo de contorneo de los aisladores, puede producirse con relativa frecuencia en forma de rocío sobre los aisladores. Las condiciones secas y polvorientas pueden provocar la acumulación de arena fina o partículas de polvo en la superficie de los aisladores, lo que compromete las propiedades aislantes y crea caminos conductores, lo que da lugar a contorneos.